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La donación del fundador de Microsoft se suma a los 9.000 millones que ya dono a este continente
El fundador de Microsoft, fundación bill y melinda gates, se ha comprometido en donar 5.000 millones de dólares en los próximos cinco años para el desarrollo de África para contribuir, en la medida de lo posible, a su desarrollo, de los cuales, dos tercios irán destinados a luchar contra enfermedades como el sida, la tuberculosis o la malaria. Lo anunció el pasado domingo durante su participación en la XIV Conferencia Anual Nelson Mandela en la Universidad de Pretoria, Sudáfrica, donde también pidió a los líderes del continente que hagan todo lo posible para realizar el sueño que tuvo del icono mundial de la paz: que los jóvenes africanos puedan tener un futuro brillante.
La primera vez que hablé con Nelson Mandela fue en 1994, cuando me pidió ayuda para financiar las primeras elecciones multirraciales de Sudáfrica. No sucede todos los días que Nelson Mandela te llame, por eso lo recuerdo tan bien. Por aquel entonces yo dirigía Microsoft y el software ocupaba mi pensamiento prácticamente todo el día. Pero admiraba a Nelson Mandela, y sabía que aquellas elecciones serían históricas, por eso hice todo lo que estaba en mi mano para ayudar.
Justo el año anterior había visitado África por primera vez, en unas vacaciones con mi esposa Melinda en África Oriental. Por supuesto, sabíamos que había regiones de África muy pobres, pero aquel viaje al continente africano nos abrió los ojos ante una injusticia tan arrolladora que nos resultó imposible ignorar.
Sobrepasados por aquella cruda desigualdad, empezamos a plantearnos qué hacer para mejorar algo las cosas. A los pocos años, creamos nuestra fundación. Pude conocer a Nelson Mandela personalmente cuando empecé a venir a África regularmente por temas de la fundación. Fue tanto un asesor como una fuente de inspiración.
Un tema sobre el que Nelson Mandela volvía en su trayectoria de vida era el poder de la juventud. Y como Nelson Mandela, opino que los jóvenes son una de las razones por las que ver con optimismo el futuro de África. Por estadísticas demográficas, África es el continente más joven del mundo, y su juventud puede ser el origen de un dinamismo especial.
Los economistas hablan del dividendo demográfico y del potencial de la creciente población joven de África para acelerar el crecimiento económico. Pero según lo veo yo, lo más importante sobre los jóvenes es cómo funcionan sus mentes. Los jóvenes son mejores impulsores de la innovación que los mayores, porque no se frenan por los límites de la experiencia pasada. Tenía 19 años cuando fundé Microsoft. Steve Jobs tenía 21 cuando inició Apple. Mark Zuckerberg 19 cuando creó Facebook.
Por eso me emocionan los jóvenes emprendedores africanos que ponen en marcha nuevos negocios en los Silicon Savannah, desde Johannesburgo y Ciudad del Cabo, hasta Lagos y Nairobi.
Sin embargo, los resultados reales de toda esta inversión solo se materializarán si esta fuente de talento en busca de la innovación emana del conjunto de la población juvenil africana, cada vez más numerosa. Para ello, todos los jóvenes africanos deben tener la oportunidad de desarrollarse.
Si invertimos en las cosas necesarias, como asegurarnos de cubrir sus necesidades básicas, estos jóvenes podrán cambiar el futuro, y la vida de este continente mejorará más rápido que nunca hasta ahora.
Desde mi punto de vista, los cuatro factores de los que depende el futuro de África son: salud y nutrición, educación, oportunidad económica y un buen gobierno.
Ante problemas de salud, una persona no se detiene a pensar en temas como la educación, el trabajo y formar una familia. Ahora bien, cuando la salud mejora, la vida mejora sustancialmente.
Me preocupa especialmente el sida. La generación más joven de África se aproxima a la edad de mayor riesgo de contagio del sida. Tenemos que potenciar los métodos de prevención de los que ya disponemos, a la par que desarrollamos mejores soluciones, como una vacuna eficaz y medicinas fáciles de usar que la gente pueda tomar con mayores garantías de continuidad del tratamiento.
La nutrición es otro tema crucial para África. La malnutrición y el déficit de micronutrientes provocan la pérdida de potencial cognitivo y físico de millones de niños africanos. Por suerte, hay soluciones asequibles, como asegurarse de que las madres amamantan a sus bebés, enriquecer el aceite, azúcar y harina con vitaminas y minerales importantes, y manipular cultivos básicos para maximizar su contenido nutricional. Tenemos que garantizar que los núcleos en mayor riesgo conocen estas soluciones y tienen acceso a ellas.
En segundo lugar, necesitamos nuevas ideas y herramientas para asegurarnos de que cada niño tiene acceso a una educación de calidad. La tecnología educativa de los teléfonos móviles tiene potencial para ayudar a los alumnos a desarrollar habilidades básicas, a la vez que los profesores pueden ofrecer una mejor respuesta y ayuda con solo pulsar un botón. Los Gobiernos también deben invertir en universidades públicas de calidad para el que es el mayor número de estudiantes cualificados, de los que saldrá la próxima generación de científicos, emprendedores, educadores y líderes políticos.
En tercer lugar, es necesario crear oportunidades económicas para canalizar las energías e ideas de la juventud de África. Gracias al Programa General para el Desarrollo de la Agricultura en África, los países tienen un marco para transformar la agricultura, de modo que la práctica agrícola deje de ser un medio de subsistencia para convertirse en una emocionante oportunidad empresarial. Pero para que esto suceda, hay que invertir en los recursos para que los jóvenes africanos puedan poner en marcha la agricultura que tienen en mente.
África también necesita más energía eléctrica para aumentar la productividad. Sobre todo en África Oriental, los Gobiernos deberían invertir ya en fuentes de energía fiables y renovables, como las hidráulicas y geotérmicas. La prioridad inmediata para los Gobiernos es insistir en la propia gestión de sus redes eléctricas, para que produzcan cuanta más energía mejor.
Cuarto, los países pueden beneficiarse de la mejora en la administración fiscal. Los avances en la tecnología digital son una forma de que los Gobiernos puedan prestar servicios más eficazmente.
Todos somos conscientes de la envergadura y complejidad de estos retos. Pero África no deja nunca de demostrar su capacidad de resistencia e ingenio, y son millones de personas, especialmente jóvenes, las que están dispuestas a ponerse manos a la obra.
El futuro depende de que el pueblo africano trabaje unido para sentar las bases que permitan a los jóvenes de África acceder a las oportunidades que merecen. Este es el futuro con el que soñaba Nelson Mandela y es el futuro que merece la juventud de África. (Agencias)